Feliz Año Nuevo

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Romero solo de León Felipe                                              

Ser en la vida romero,
romero sólo que cruza siempre por caminos nuevos.
Ser en la vida romero,
sin más oficio, sin otro nombre y sin pueblo.
Ser en la vida romero, romero…, sólo romero.
Que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el cuerpo,
pasar por todo una vez, una vez sólo y ligero,
ligero, siempre ligero.

Que no se acostumbre el pie a pisar el mismo suelo,
ni el tablado de la farsa, ni la losa de los templos
para que nunca recemos
como el sacristán los rezos,
ni como el cómico viejo
digamos siempre los versos.
La mano ociosa es quien tiene más fino el tacto en los dedos,
decía el príncipe Hamlet, viendo
cómo cavaba una fosa y cantaba al mismo tiempo
un sepulturero.
No sabiendo los oficios los haremos con respeto.
Para enterrar a los muertos
como debemos
cualquiera sirve, cualquiera… menos un sepulturero.
Un día todos sabemos
hacer justicia. Tan bien como el rey hebreo
la hizo Sancho el escudero
y el villano Pedro Crespo.

Que no hagan callo las cosas ni en el alma ni en el cuerpo.
Pasar por todo una vez, una vez sólo y ligero,
ligero, siempre ligero.

Sensibles a todo viento
y bajo todos los cielos,
poetas, nunca cantemos
la vida de un mismo pueblo
ni la flor de un solo huerto.
Que sean todos los pueblos
y todos los huertos nuestros.

Hágalo usted mismo

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El poder de la idea
(Poema collage)



Esta unión es otro síntoma
de cómo las fronteras entre los besos fugaces y las frases a medias
se pueden guardar en la nevera. Todo es química.
Sigues regalando chocolate del fondo del mar
mientras yo voy en las nubes y sin ver nunca.

Habíamos invertido muchas horas, días, semanas, meses enteros.
Habíamos declarado la guerra al ángulo recto.

El poder de la idea: hágalo usted mismo.

El Capitán tuvo razón
en intentar descifrar lo indescifrable
en cualquier ferretería de barrio.

Mira el mar y las nubes y la vida pasando por delante.
El resto es cristal, el resto del mundo:
cierta costumbre de gastarnos nuevas bromas.

Lo que me atrae es la curva libre de origen francés
como desde hace tanto tiempo, como desde hace un siglo
y esas cosas que no están sujetas a la escuadra y al cartabón.

Érase un fabricante de sueños de hormigón armado, un poeta espacial:
por si acaso, había salido corriendo. Podías oír cómo su corazón latía más fuerte
dejándote todavía sediento de respuestas a todas las preguntas sobre el cómo y el porqué.
"¿Llevas buena música?", le pregunté. "Nuestra vida está a punto de comenzar".

Es como cuando abres tus ojos por la mañana y ves a un ser querido o el mar
o un jardín con un árbol y un columpio y juguetes rotos de niños.

Hasta las cosas más fáciles tienen que aprenderse una primera vez.
¿Cómo se pica un ajo? ¿Por qué llora la cebolla? ¿Qué diferencia rehogar de freír? ¿Hogar de reír?

Todos estos eventos acústicos
niños paseando bajo la lluvia
un horno de pan
algo que está más allá del miedo
el lado más lúdico y canalla
el placer de compartir la vida con alguien
obsesión de curvas
un poema.

¿Qué más decir?

Aquel agosto tuve que empadronarme en la piratería.

Años después

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Años después. Con tildes en la boca del estómago y los órganos internos colocados a cuatro patas releía en el techo del cuarto historias de las que habíamos sido partícipes a bajas horas del día. Una mezcla de absenta y trementina/ un caos profundo en el ojo que buscaba cauteloso la complicidad de un caos más profundo y, si cabe, más conmovedor/ el querer huir de la cortina enarbolándose más allá de sus principios. 

Y de pronto esos dos duendes que entran en escena y dicen "Mamá, eso es para la lluvia".
Y llueve. 

Hay quien tiene magia en las palabras. Porque todo trata sobre la magia. El amor, la vida, la poesía, el caos, el mar, esa puesta de sol que te agranda los ojos y ese romper de olas que te atempera el corazón. Encontrarle el lugar a las cosas para ver si nosotros encajamos entre ellas. Siniestra palabra, encajar. 
Hasta el lenguaje tiene sus propias estaciones y sus propias maneras de hacer que el frío se apodere de un poema. Pero no porque extensos nubarrones perfilen el cielo de nuestro paladar esas palabras que se atrevan a salir llevarán un chubasquero puesto. Porque a veces el poema es el único lugar en el que estamos dispuestas a pasar frío. 

Yo bailé de alegría en la azotea de La Barranca de Marina. A pleno pulmón con ella y con Meme chapoteé más cerca del cielo que los dioses, diluviando sobre nuestras almas enredadas en sal de magnesio. Con la boca abierta y decididas a tragarnos todas aquellas lágrimas del sol que acribillaron nuestra manera de nombrar la distancia y nuestra conciencia, clarísima, de que aquel baile tribal minimalista era un regalo para sobrevivir a intemperies aún no escritas.


Eva Cabo