mi celda es pájaro

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ilustración de nicoletta ceccoli



que la iniciativa parta del contrario
-no es una guerra la batalla que el corazón libra-
el camino es un asfalto de silencios
donde perdura la conciencia del paso

la arcilla perece en las pestañas
el grano de arena en el ojo que pide
el contorno del labio podrá ser quizás
la respuesta que busca la boca que dice

dormir soñar sonámbulo amanecer del holocausto
la pared de mi celda es pájaro

Eunice Odio

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I

Estoy sola,
muy sola,
entre mi cintura y mi vestido,
sola entre mi voz entera,
con una carga de ángeles menudos
como esas caricias
que se desploman solas en los dedos.
Entre mi pelo, a la deriva,
un remero azul,
confundido,
busca un niño de arena.
Sosteniendo sus tribus de olores
con un hilo pálido,
contra un perfil de rosa,
en el rincón más quieto de mis párpados
trece peregrinos se agolpan.

II

Arqueándome ligeramente
sobre mi corazón de piedra en flor
para verlo,
para calzarme sus arterias y mi voz
en un momento dado
en que alguien venga,
y me llame...
pero ahora que no me llame nadie,
que no quepo en la voz de nadie,
que no me llamen,
porque estoy bajando al fondo de mi pequeñez,
a la raíz complacida de mi sombra,
porque ahora estoy bajando al agónico
tacto de un minero, con su media flor al hombro,
y una gran letra de te quiero al cinto.
Y bajo más,
a las inmediaciones del aire
que aligerado espera las letras de su nombre
para nacer perfecto y habitable.
Bajo,
desciendo mucho más,
¿quién me encontrará?
Me calzo mis arterias
(qué gran prisa tengo),
me calzo mis arterias y mi voz,
me pongo mi corazón de piedra en flor,
para que en un momento dado
alguien venga,
y me llame,
y no esté yo
ligeramente arqueada sobre mi corazón, para verlo.
y no tenga yo que irme y dejar mi gran voz,
y mi alto corazón
de piedra en flor.

Declinaciones Del Monólogo
Eunice Odio

martes de megáfono en la ciudad de méxico

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billy collins

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1 de febrero

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roto el compás
roto lo lleno de la luna y su ponencia sobre él
rota la noche quirófano donde arreglar la ausencia del amante
rotos los vasos ya no beberé las venas transparentes del reflejo
rotos los brazos del náufrago sólo se salvarán sus ojos
rotos los mudos modos del sol acuchillando la tiranía del asfalto
rotas las olas cojo el mar se apoya con la lengua en las orillas
roto el poema acuclillado junto a mí mirando loco una peca que nació de él

amaneció

llegamos al cotillo y olía a mar
saludamos a las gaviotas y olía a mar
entre la gente que hablaba otros idiomas, en sus erres agudas y en la exacta simetría del abrazo que de pronto dos se daban, en el sol desentramando el laberinto de las pieles protegidas, en las ráfagas de viento que amenazaban con arrastrarnos un paso más allá de este destino ahí también olía a mar
a veces es tan grande el horizonte que no cabe en la palma de mi ojo, pensé
lo pensé en voz baja lo dije para mí y un chico italiano quizás creyendo que me oía le sonrió a su acompañante y un perro igual a otro perro de otro poema pero de otro país se acercó a darme un beso quizás confundiéndome con alguien

comimos pescado a un paso del desierto
cerré los ojos,
cuántos mediodías de verano caben en el adiós?
tres
, contestó el mesero
no sé si serán muchos, dijo mi madre
depende del hambre que tengamos, dijo moní

se comen, pensé

como la playa de las dunas con la sensación de nieve en el tobillo de los ojos
me hundí en la arena buscando la raíz de los volcanes
corrí midiendo la parte impar del mundo

tomé tres caracolas
diminutas como el espacio que el corazón dedica a las desgracias

antes de ayer otra montaña
la carretera de asfalto nos llevó al faro del sur donde el mar divide en dos sus posibilidades
es tan pequeño todo que apenas alcanza un ojo para ver

plasson, amigo, los barcos son los ojos de la mar
qué son los faros?