aquella sed

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roto el principio
podría comenzar por cualquiera de sus trozos:

el viento esparce, incrédulo, profecías de hojalata

un aullido cósmico de espuma compite con la osadía de aquel faro

en la parte de atrás de casa
los niños de la urbanización juegan
me acerco a la puerta y los observo
juegan a una versión moderna del pañuelo
bastante aproximada a la versión de siempre

su aullido cósmico de risas compite con osadías más adultas

yo también jugaba ajena a las guerras del mundo
recortando letras al azar de los periódicos
para ver si así cambiaba el curso de algún río

la guerrilla de la tijera no obtuvo grandes resultados

las noches eran un cataclismo sonámbulo
arrodillados, los sueños
bebían cafeína de los charcos para mantenerse despiertos, desnudos
entre el frío que echaba de menos inviernos más profundos

la cama era una caja de cerillas, una puerta a un maravilloso país sin maravillas
pensaba los pasos que se alejan en la madrugada tal vez se acerquen a mí durante el día

pero las canicas de la infancia de pronto rodaron calle abajo
pies desnudos como estómagos hambrientos corrían tras ellas
se precipitaba un cambio de piel
una sequía dérmica

nos marcó aquella sed y el no saber qué hacer con ella