los desertores que más duelen, son los ojos de una misma
la conciencia del hueso aterciopelado del melocotón quemadura de golpe
el silencio es un preso sin grillete que se tumba horizontal en su celda
le duelen las rodillas, la espalda y los codos
despeinado quisiera desdecirse de lo que nunca dijo
pero su propia condena va implícita en todo el eco que lo astilla
yo presentaré batalla en su nombre
dentro de mis paredes de aceituna