Poeta y yo

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Poeta y yo salimos de paseo todos los días a la caída de la tarde. La caída de la tarde es ese momento del día donde las luces son más luces que nunca porque te das cuenta de que se están yendo. Las cosas, las personas, el amor, la vida, a veces parece que toman importancia cuando se están yendo. A la caída de la tarde se encienden las luces, aunque las luces tienen vida propia éstas las enciende alguien, a todas menos a una.

Poeta y yo salimos de paseo todos los días a la caída de la tarde. Me pone la correa, abre la puerta, bajamos las escaleras, a la izquierda, volvemos a dar vuelta a la izquierda, nuestra conciencia también es una calle con farolas encendidas a la caída de la tarde y Poeta y yo nos preparamos. Una vez más contamos Una Dos Tres, la Tercera farola siempre está apagada, caminamos Una Dos Tres, la Tercera farola se enciende a nuestro paso.

(Llegadas a este punto Poeta y yo siempre sonreímos de medio lado).

Poeta y yo nos sentimos invencibles y tres pasos más allá la farola se apaga.

Atravesamos calles y el parque nuevo, atravesamos un desierto, un paso de peatones y una familia de ingleses colorados. El verde siempre es más verde a la caída de la tarde. Poeta baila entre la hierba histérica herida por hordas de calor.

Volvemos.

Hoy somos un yogur con fecha de caducidad, somos una mentira de celofán, somos algo que nunca vamos a ser y somos algo que nunca fuimos. Un chico desde un coche le silba a Poeta y le piropea algo de sus piernas largas, Poeta le devuelve un verso de Cortázar que estalla en simples onomatopeyas de sí mismo. Yo aplaudo.

(Llegadas a este punto Poeta y yo siempre reímos a rienda suelta).

Estamos otra vez en la calle de la farola, al principio de la calle que antes era el final de la calle. Esto es una de esas ironías de la vida que nos persigue de manera recurrente. Dice Poeta “Somos dos cobardes que volverán a ser valientes al final de la calle”. Pero pasa lo de siempre y contamos las farolas Una Dos Tres Cuatro y al pasar  la Quinta que antes fue Tercera se ilumina y de repente se enciende algo en nuestro corazón y somos invencibles.

Hoy somos alguien que espera algo con tantas ganas que cuando sucede deja que pase de largo, somos esa persona que espera que un día alguien la detenga y no la deje pasar de largo, somos ese camino solitario del pasar de largo, somos el bajo del pantalón y el largo de la falda que siempre nos gustó por encima de la rodilla.

(Llegadas a este punto Poeta y yo estamos cada una en su sofá, somos un guardia tratando de dirigir el tráfico de nuestros corazones, que se encienden y se apagan como el alma de aquella farola a la caída de la tarde).

2 pájaros en el árbol:

Anónimo dijo...

Poeta y tú estáis hechas unas poetas. A nena misto está recién salida del horno, calentita, crujiente por fuera, y tierna y un poco húmeda por dentro.

Anónimo dijo...

Tú eres una farola con luz propia
y poeta...
también.

(Llegado este punto sonrío con los ojos al verlas)

Membrillo

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