el sol ayer

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entonces una se hace pequeña como el reverso de una cuchara vacía
como la cara de la sábana que se difumina ante el roce de un cuerpo
van cayendo las estatuas detrás de todas esas nubes,  y no importa
tanta descaro en las cosas que se insinúan y se mienten

las rejas, ahora, son cosa de la luna
descosidas, las estrellas, se quedaron temblando a la altura de tu boca

es un viaje sin retorno, esta vida
que decide por nosotros cuando plantamos miedosas dudas
en jardines que no nos corresponden

el sol ayer, era distinto:
tu canción una mágica secuencia de silencios pronunciados en el momento preciso

la obviedad de mi ser a veces se desborda
creía en lo certero del alfiler que apuntala el momento siguiente
en la sencillez del imperdible que no predice nunca su verdadera función
y estrecho se pierde un una noche que sangra
celofán, y una mentira que será siempre lo que es y no otra cosa

volvemos a lo que significa ser impecables
a echarte de menos sin precedentes
a fingir que no pasa nada cuando pasa todo
a resbalar sin hielo en la acera de enfrente
y quedarse largo tiempo mirando los zapatos de otro

en toda esta secuencia gélida
tiene mucha importancia que alguien me acompañe a buscar piedritas debajo de otros pies
sin preguntar cómo ni cuándo ni por qué
empezó esta querencia por lo roto, lo obvio, lo oxidado

volvemos a que las cosas importantes son las que una hace importantes
la mayoría de las veces sin saber por qué
aunque hay días en que todo apunta a aquel verano
y no sé cómo salir de las paredes de agosto:
algunas puertas, lo sé, hay que inventarlas

a veces una piensa en volver a desaparecer
perderse en la maraña de huesos y tendones que aquella ciudad me regaló
sin pedir más peaje que la curiosidad que me rizaba el pelo

se me volvió a caer el mundo de las manos
me tropiezo con cordones ajenos
me agacho y en el suelo
la florecita del poema de cortázar
quiere que la tome en brazos:
sonrío, este universo torpe como yo
que corto siempre el cable equivocado
que no sé parar a tiempo y me atraganto

qué hago al borde del puente de tus ojos
si me arrojaste desde él
y sólo fui un sonajero
al final de la noche

1 pájaros en el árbol:

Lauri García Dueñas dijo...

Es tranquilizador volver a leerte y saber que existes pero incrementa mi extrañamiento, eso sí. Te quiero, ven a vernos pronto.

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