Sopla como siempre el viento del norte y la mujer se ciñe su chal violeta.
—Plasson, hace días y días que trabajáis aquí abajo. ¿Para que os traéis todos esos colores si no tenéis valor para usarlos?
Eso parece despertarlo. Eso le ha afectado. Se vuelve para observar el rostro de la mujer. Y cuando habla no es para responder.
—Os lo ruego, no os mováis —dice.
Después acerca el pincel al rostro de la mujer, vacila un instante, lo apoya sobre sus labios y lentamente hace que se deslice de un extremo al otro de la boca. Las cerdas se tiñen de rojo carmín. Él las mira, las sumerge levemente en el agua y levanta de nuevo la mirada hacia el mar. Sobre los labios de la mujer queda la sombra de un sabor que la obliga a pensar "agua de mar, este hombre pinta el mar con el mar".
Alessandro Baricco, Océano mar.
1 pájaros en el árbol:
Gracias por la recomendación
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